Los lectores más o menos asiduos de este blog ya saben que entre mis prioridades está la de analizar los caminos por los que, previsiblemente, discurrirá el urbanismo en este siglo del que ya llevamos más de una década. Una de las direcciones más claras es la recuperación del ámbito local, sepultado bajo el impulso de un pensamiento único que se traduce, entre otras cosas, en economía global, ética del entretenimiento, formas y arquitectura genéricas, sociedad del espectáculo y despersonalización. Para evitarlo es necesario contraatacar trabajando con referencias territoriales, identidad, relación con el clima, cultura tradicional, formas y materiales autóctonos y, sobre todo, participación e implicación real del ciudadano. Pero esto sólo será posible si el urbanista del siglo XXI atiende a la vida real de los usuarios de la ciudad, a la vida de todos los días. Y ello, por supuesto, sin dejar la visión compresiva y global del hecho urbano y las aproximaciones más analíticas y abstractas a su funcionamiento.
El pensamiento único vuelve todo uniforme y monótono
Arquitectura genérica para una ciudad sin territorio misterbull